sábado, 13 de junio de 2020

No se necesita la envidia del genio

[SIN_AUDIO] Éste es un buen momento para retroceder y ver de nuevo a la fragmentación, desde otra perspectiva. Noten lo que estamos haciendo aquí. Estamos intercalando nuestro aprendizaje al regresar para revisitar y profundizar nuestra comprensión de un tópico que habíamos cubierto antes. Hay una conexión interesante entre aprender matemática y ciencia y aprender un deporte. En béisbol, por ejemplo, no aprendes cómo batear en un solo día, sino que tu cuerpo perfecciona el swing haciendo montones de repeticiones a lo largo de un período de varios años. La repetición va creando memoria muscular, de modo que tu cuerpo sabe qué hacer a través de un solo pensamiento, un solo fragmento en lugar de tener que recordar todos los complejos pasos que hay que dar para golpear una pelota de béisbol. Del mismo modo, una vez que entiendes por qué se hace algo en matemática o en ciencia, no tienes que volver a explicártelo a ti mismo cada vez que lo haces. No es necesario ir a todas partes con cien frijoles en el bolsillo y distribuir filas de diez una y otra vez de modo de entender que diez veces diez es 100. En algún punto te lo sabes de memoria. Por ejemplo, memorizas la idea de que simplemente tienes que sumar los exponentes, esos pequeños números sobreescritos, cuando estás multiplicando números que tienen la misma base. Diez a la cuarta por diez a la quinta es igual a diez a la novena. Si usas el procedimiento muchas veces, haciendo diferentes tipos de problemas, encontrarás que entiendes el por qué y el cómo del procedimiento mucho mejor que después de que un profesor o un libro te lo expliquen. Esa mayor comprensión es el resultado del hecho de que tu mente construyó los patrones del significado, en lugar de simplemente aceptar lo que otra persona te ha dicho. Recuerden, las personas aprenden intentando que la información que perciben tengan sentido. Rara vez aprenden algo complejo simplemente porque alguien se los dijo. Los maestros de ajedrez, médicos de terapia intensiva, pilotos de combate y muchos otros expertos, tienen que tomar con frecuencia muchas decisiones rápidamente. Ellos bloquean su sistema consciente y en su lugar confían en su bien entrenada intuición, recurriendo a su bien engranado repertorio de fragmentos. En algún punto, entender subconscientemente por qué haces lo que haces, sólo te hace más lento e interrumpe el flujo, lo que da como resultado peores decisiones. Pero esperen, ¿no son los maestros de ajedrez y las personas que pueden multiplicar seis dígitos en sus cabezas personas con dones excepcionales? No necesariamente, se los digo de una vez. Claro, la inteligencia cuenta. Ser más inteligente con frecuencia equivale a tener una memoria de trabajo más grande. Tu memoria con turbo puede ser capaz de guardar nueve cosas en la mente, en vez de cuatro, y puedes ir encadenando esas cosas como un perro bulldog, lo que te hará más fácil aprender. Pero, ¿sabes una cosa? Eso también te hace más difícil ser creativo. ¿Qué te parece? Es nuestro viejo amigo y enemigo, el Einstellung. La idea que tienes en la mente puede bloquear los nuevos pensamientos frescos. Una excelente memoria de trabajo puede guardar sus pensamientos tan herméticamente que los nuevos pensamientos puedan ni asomarse. A una atención tan hermética le podría convenir una bocanada de ADHD como si fuera aire fresco, es decir, que tu atención cambie aunque tú no lo quieras. Si eres una de esas personas que no puede mantener mucho en la mente al mismo tiempo, que pierde la concentración y comienza a soñar despierto durante las conferencias, y que se tiene que ir a un lugar tranquilo para concentrarse y para que su memoria de trabajo funcione al máximo, bien, bienvenido al clan de los creativos. Tener una memoria de trabajo un poco más pequeña quiere decir que puedes generalizar más fácilmente tu aprendizaje en combinaciones nuevas, más creativas. Porque tu memoria de trabajo, que crece de las capacidades de concentración de la corteza prefrontal, no encierra todo tan herméticamente. Puedes agregar información de otras partes del cerebro más fácilmente. Éstas otras áreas, que incluyen la corteza sensorial, no sólo están más sincronizadas con lo que está sucediendo a tu alrededor en el ambiente, sino que también son la fuente de los sueños, por no mencionar las ideas creativas. Puede que tengas que trabajar más duro a veces, o tal vez, todo el tiempo, para entender lo que está sucediendo. Pero una vez que logras fragmentar algo, puedes agarrar ese fragmento y voltearlo para todas partes, al derecho y al revés, y ponerlo en lugares creativos de maneras que no creías que serías capaz de hacerlo. Aquí tienes otro punto que debes colocar en tu fragmentador de metal. Es la práctica, la práctica particularmente deliberada de los aspectos más difíciles de un material, lo que puede elevar a los cerebros comunes y corrientes hasta el nivel de los que tienen dones más innatos. Del mismo modo que cuando levantas pesas te van creciendo los músculos, también puedes practicar ciertos patrones mentales que se profundizan y agrandan en tu mente. Tanto si tienes dones innatos como si te cuesta captar las cosas básicas, tienes que darte cuenta de que no estás solo si piensas que eres un impostor. Que de casualidad saliste bien en un examen, y que en el siguiente, con seguridad, tus familiares y tus amigos se van a dar cuenta por fin de lo incompetente que eres en realidad. Esta sensación es tan extraordinariamente común que hasta tiene un nombre. El Síndrome del Impostor. Si sufres de este tipo de sensaciones de insuficiencia, sólo tienes que estar consciente de que muchos otros las comparten en secreto. Todas las personas tienen dones diferentes, y como dice el viejo dicho, cuando se cierra puerta, se abre otra. Mantén la cabeza en alto y mantén la vista en la puerta que está abierta. Soy Barbara Oakley. Soy Barbara Oakley. Gracias por Aprender a Aprender. Traducido por Lucía Fernández. Global Translator Community.

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