sábado, 13 de junio de 2020

Zombis en todas partes

[SIN AUDIO] Imagínense que van a salir conduciendo un automóvil por primera vez en su vida. Para algunos de ustedes, eso puede ser una propuesta emocionante. Esta primera vez estarían como en una situación de hiperalerta. La avalancha de información que les estaría llegando podría hacer que la tarea se hiciera casi imposiblemente difícil. Pero, una vez que has fragmentado la tarea de conducir el automóvil, lo único que tienes que hacer es pensar, allá vamos. Y allá vas. Tu cerebro se pone como en modo zombie, donde sólo está semi consciente de algunos factores clave, en lugar de sentirse abrumado por la gran cantidad de información. Es la misma idea que cuando montas bicicleta. Al principio, es muy difícil, después es más fácil. Neurocientíficamente hablando, fragmentar se relaciona con los hábitos. El hábito es un ahorrador de energía para nosotros. Nos permite liberar nuestra mente de otros tipos de actividades. Adoptamos este modo habitual zombie mucho más a menudo de lo que se pueden imaginar. De eso se tratan los hábitos, no hay que pensar de modo enfocado en lo que estás haciendo mientras que estás ejecutando el hábito. Ahorra energía. Los hábitos pueden ser buenos y malos. Pueden ser breves, como cepillarte el cabello sin darte cuenta. O pueden ser largos, como por ejemplo cuando das una caminata, o cuando ves televisión por algunas horas después de que llegas a casa del trabajo. Se puede considerar que los hábitos tienen cuatro partes. La primera es el estímulo. Es el disparador que desencadena al modo zombie. El estímulo puede ser algo tan simple como leer la primera cosa de tu lista de cosas por hacer. Es hora de comenzar la tarea de la próxima semana. O ver un mensaje de texto de un amigo. Es hora de dejar de trabajar. Un estímulo en sí mismo no es ni útil ni dañino, es la rutina. Lo que hacemos en reacción a ese estímulo es lo que importa. Número 2, la rutina. Éste es tu modo zombie. La respuesta usual de rutina que tu cerebro está habituado a dar cuando recibe el estímulo. Las respuestas zombie pueden ser útiles, inofensivas o a veces dañinas. Número 3, la recompensa. Todo hábito se desarrolla y continúa debido a que nos recompensa. Nos da una pequeña sensación inmediata de placer. La procrastinación es un hábito fácil de desarrollar porque la recompensa, que es volver el foco de tu mente hacia algo más placentero, sucede muy rápida y fácilmente. Pero los buenos hábitos también se pueden recompensar. Encontrar formas para recompensar los buenos hábitos de estudio es importante para escapar de la procrastinación. Número 4, creer. Los hábitos tienen poder debido a que crees en ellos. Por ejemplo, puedes sentir que nunca podrás ser capaz de cambiar tu hábito de postergar los estudios hasta la última hora. Para cambiar un hábito, necesitarás cambiar tu creencia subyacente. Soy Barbara Oakley. Gracias por Aprender a Aprender.

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